Domingo XXIV del Tiempo Ordinario
- Movimiento Camino de Emaús
- 13 sept 2020
- 3 Min. de lectura
"Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete." Mateo 18, 21-35

PRIMERA LECTURA:
Lectura del libro del Eclesiástico 27,30-28,7

"El rencor y la ira son abominables, y ambas cosas son patrimonio del pecador. El hombre
vengativo sufrirá la venganza del Señor, que llevará cuenta exacta de todos sus pecados. Perdona el agravio a tu prójimo y entonces, cuando ores, serán absueltos tus pecados. Si un hombre mantiene su enojo contra otro, ¿cómo pretende que el Señor lo sane? No tiene piedad de un hombre semejante a él, ¡y se atreve a implorar por sus pecados! Él, un simple mortal, guarda rencor: ¿quién le perdonará sus pecados? Acuérdate del fin, y deja de odiar; piensa en la corrupción y en la muerte, y sé fiel a los mandamientos; acuérdate de los mandamientos, y no guardes rencor a tu prójimo; piensa en la Alianza del Altísimo, y pasa por alto la ofensa."
Palabra de Dios.
SALMO:
Sal 102, 1-4,7-12
R/. El Señor es bondadoso y compasivo.
Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía, y nunca olvides sus beneficios.
R/. El Señor es bondadoso y compasivo.
Él perdona todas tus culpas y sana todas tus dolencias; rescata tu vida del
sepulcro, te corona de amor y de ternura.
R/. El Señor es bondadoso y compasivo.
No acusa de manera inapelable ni guarda rencor eternamente; no nos trata
según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas.
R/. El Señor es bondadoso y compasivo.
Cuanto se alza el cielo sobre la tierra, así de inmenso es su amor por los que
lo temen; cuanto dista el oriente del occidente, así aparta de nosotros
nuestros pecados.
R/. El Señor es bondadoso y compasivo.
SEGUNDA LECTURA:
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los Cristianos de Roma 14, 7-9

"Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí. Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor. Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos."
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